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martes, 23 de septiembre de 2014

El Elemento Fuego


Esta noche ha comenzado, a las 4:29h de la madrugada, el otoño. Mi estación predilecta del año. Para la brujería tradicional, esta estación es mágica porque contiene la entrada a la Mitad Oscura del año, un tiempo donde se manifiestan todo tipo de fenómenos de los que ya hemos dado buena cuenta en este blog, precisamente en esta entrada de la que os dejo la referencia: La Mitad Oscura.

Curiosamente, anoche se fue la luz de la zona donde vivo. Nos quedamos sin luz toda la noche, las calles, las casas… Justo vivo en la linde de la población y ahora que escribo esta frase me doy cuenta de que no puede ser casualidad. Más allá de mi casa solo hay campo. Se da la casualidad que acabamos de pasar la fase de Luna Nueva por lo que no había ninguna luz en el cielo. Para colmo, tampoco se veían las estrellas porque nubes de lluvia cubrían todo. Me asomé un rato a la ventana y me quedé un rato contemplando la poco habitual oscuridad. Y en ese momento me di cuenta de cómo debió de ser la vida en la Tierra hace no tanto tiempo, cuando no existía la luz eléctrica. De hecho hay algunas poblaciones cercanas que no han tenido alumbrado hasta hace cincuenta años. Anoche todo estaba, literalmente, como la boca del lobo. ¡No se veía nada! Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, tan solo se atisbaban algunas formas de árboles y arbustos diseminados por el campo. Un poco más allá, todo era oscuridad. Y de esa oscuridad del campo, podías esperar que saliese cualquier cosa. Incluso, en ocasiones, me pareció ver moverse algunas cosas…

La aparición de las misteriosas luminarias o la Santa Compaña en parajes tan oscuros como el que yo vi anoche debía ser poco menos que estremecedor.

Me pregunto lo que debió de ser en aquellos tiempos la llegada de la noche para nuestros antepasados. Y comprendí la importancia tan enorme que tenía el fuego, la luz, para ellos. En aquellas noches de la Mitad Oscura del año donde en cada casa se invocaba a la luz encendiendo la chimenea, la gloria o candiles y velas para poder ver algo en esa gran oscuridad.

Para quienes no sepáis qué es la gloria, os diré como curiosidad que en Castilla y León, muchas casas de pueblo tienen este antiguo y eficaz sistema de calefacción inspirado en el hipocausto romano. Un hogar o chimenea escondida debajo de una trampilla situada en el suelo de la casa. Por allí se introduce la paja o los sarmientos, que son de combustión lenta. Una serie de galerías recorren, bajo el suelo de la casa, las principales dependencias y el humo sale por una chimenea o humero empotrado en el muro. Así, las dependencias del piso inferior estaban caldeadas todo el día y en estos parajes donde los inviernos son durísimos, era y es un gran sistema de calefacción. De ahí viene la frase “estar en la gloria” como sinónimo de estar muy a gusto, pues aquellos que estaban en las habitaciones encima de la gloria estaban calentitos, secos y confortables.



El fuego era importantísimo para para aquellas gentes. Y es además uno de los cuatro elementos básicos para trabajar brujería. Los elementales asociados al fuego son las salamandras, pero no el animal, sino una forma astral conocida con ese nombre. En ocasiones son vistas en forma de bola de fuego, otras veces son tan rápidas como un destello. La tradición feérica también recuerda haberlas visto como seres vestidos con capas y capuchas rojas.

El fuego es un elemento misterioso pues adquiere muchas y variadas formas hasta casi parecer sobrenatural. Los espíritus del fuego están relacionados con la creatividad, la energía vital y con el espíritu. El fuego genera luz y nos aporta energía para comenzar cualquier acción o movimiento. Nos aporta coraje y valentía, enciende nuestra pasión y nuestro entusiasmo. El fuego es además símbolo de nuestra visión interior, del fuego creativo. El fuego es la luz del sol, el calor del desierto, la especial llama de una vela o el calor de un buen fuego en la chimenea.



Como todo en la naturaleza, puede llegar a ser muy destructivo pues tiene, como los demás elementos, el poder de guardar la vida pero también de destruirla. Es siempre salvaje, indomable y peligroso y por esa razón habremos de saber utilizarlo en nuestros encantamientos o conjuros. Si lo usamos para destruir, deberíamos aprender primero a  usarlo pues podemos causar grandes males. En cambio, podemos invocarlo para trabajar todo lo que tiene que ver con la transmutación o la transformación. Es el fuego que calienta el Caldero de la Gran Madre, el recipiente que transmuta lo que ya no nos sirve en algo completamente nuevo que se convertirá en alimento para nuestro espíritu. Es el Espíritu de la Forja, del herrero, concepto tan básico y fundamental para la brujería del cerco.

Lo usaremos también para limpiar y purificar. Recordemos todos los rituales que se celebran en la Noche de Walpurgis y las fiestas del Solsticio de verano cuando encendemos hogueras y las saltamos para purificarnos o quemamos papeles con todo aquello que es viejo, que nos perjudica o que nos hace daño para dejar paso a lo nuevo que ha de llegar. O las hogueras cercanas al Samhain o Halloween, mi sabbat más querido.

En Halloween, entre otras cosas, encendemos hogueras para hacer que la tierra sea fértil. Las cenizas de los fuegos sagrados se esparcen sobre los campos de labranza para transferir el vigor de los Espíritus del fuego a la tierra. Es también símbolo poderoso de protección, por eso en estas fechas oscuras es común ver procesiones de gente llevando antorchas para invocar esa protección espiritual.



El fuego es también asociado con la fuerza vital, con la energía que insufla la vida, es decir, la energía del espíritu. Las mujeres saltan las hogueras para invocar fertilidad y los hombres virilidad.

En brujería del cerco, de hecho creo que en toda la brujería tradicional, solemos encender un fuego a la caída de la tarde y no dejar que se apague. Ese fuego ha de permanecer encendido porque para nosotros, por nuestras fuertes creencias en los espíritus de la naturaleza, simboliza el espíritu que habita nuestro hogar. Mantener el fuego encendido es un acto de profunda espiritualidad pues representa nuestra íntima conexión con esos poderes del territorio.



miércoles, 16 de abril de 2014

Los Espíritus de la Naturaleza


Para aquellos para los que nuestra espiritualidad está basada en el animismo, o para las religiones animistas, cada planta, cada animal, cada río o cada roca del camino posee un espíritu, más o menos evolucionado o quizá evolucionado de una manera que no podemos comprender pues en nuestra limitada humanidad, solo alcanzamos a aprehender lo similar. Pero estos espíritus están ahí. Cuando cruzas el cerco, los ves. Mucha gente ha cruzado el cerco, no siendo brujos necesariamente. Es la gente que sabe hacer un viaje astral y todos informan de seres que han visto a ese otro lado que recuerdan en mayor o menor medida a esos seres de los que informan los viejos y maravillosos cuentos de hadas, espejo de un tiempo en el que los hombres podían ver aquel mundo que no ha desaparecido sino que se ha alejado de nosotros.

Los espíritus del territorio, también conocidos como las Fae, o las hadas, el Pueblo Tranquilo, el Pequeño Pueblo y así tantos nombres como pueblos en la Tierra hay, son seres que no tienen cuerpo físico sino que emplean las energías telúricas de la Madre Tierra para manifestarse. Cada uno lleva una misión especial, una forma de acción y de construcción del mundo en el que vivimos.   

Nuestra historia, principalmente en Occidente, está llena de esos misteriosos cuentos de hadas que nos muestran a estos seres habitar los bosques de la vieja Europa, los lagos sagrados, las cavernas misteriosas que surgen de las entrañas de la tierra y sobre todo nos muestran a los seres humanos interactuando, misteriosamente también, con estos seres fascinantes. En Irlanda se los conoce como los Sidhe, nombre que me gusta especialmente, pero tienen tantísimos nombres que sería imposible reproducirlos todos: kobolds, duendes, aluches, brownies, boggarts, pixies, trolls, trasgos, leprechauns… Y un sinfín de etcéteras. Pero en mi tradición son conocidos con un nombre que me encanta: los Resplandecientes, debido a la luz que emiten cuando se manifiestan en nuestro mundo.

En los cuentos de hadas que no han sido adulterados por el cristianismo, en esos cuentos primigenios que podían ser tan brutales como encantadores, muchos de estos espíritus resplandecientes tienen la función de ser Guías de los seres humanos, ayudando a aquellos que entran en su mundo especular a buscar una información o un objeto mágico que les ayudará en su trayectoria vital. En ocasiones, estos Espíritus dan importantes lecciones a aquellos que hacen la vida imposible a los demás. En ocasiones son los enigmáticos Guardianes de ciertos territorios: cuevas, valles, el pico de una montaña, un bosque… Pero siempre, siempre, estos Espíritus ayudan al hombre a forjarse a sí mismo. 



Todas las cosas en el mundo material están formadas por los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Todo en el plano sutil tiene su correspondencia con el plano terrenal así que, cuando estos espíritus descienden al mundo material, se manifiestan en forma física dentro de las fronteras del reino que representan. Así, tenemos varios tipos de espíritus más elementales y vamos subiendo en la escala de evolución a formas y espíritus más sutiles. En la tierra, encontramos a los gnomos, en el agua a las ondinas, en el fuego a las salamandras, en el aire a las sílfides. Cada elemento, cada manifestación, tiene una importancia vital para nosotros, como seres humanos y mucho más como brujos, pues estos elementos forman parte de la magia y de los encantamientos que cada día practicamos. Yo diría que son la pura esencia de la magia.

El próximo día subiremos la segunda parte del post sobre el lobo y en posts sucesivos seguiremos ampliando la información sobre el misterioso mundo de los elementales y de las Fae.

Lamento no actualizar puntualmente, por ejemplo un día fijo de la semana, como es mi intención pero mis obligaciones hacen que no siempre pueda conseguirlo. Igualmente, estoy trabajando en hacer un índice alfabético para el blog, lo cual os facilitaría mucho la búsqueda de temas.


De nuevo, muchas gracias a todos por estar ahí. 

miércoles, 10 de abril de 2013

La extraña ofuscación de los 4 Elementos en Wicca


Sois muchos los que me estáis preguntando por qué en Brujería tradicional los 4 elementos se sitúan en puntos cardinales completamente diferentes a los de la Wicca. Es una pregunta muy interesante pues da lugar a la reflexión. De hecho fue una de las cosas que más me llamaron la atención al estudiar la Wicca.

Como muchos de vosotros ya sabéis, la Wicca es una religión, la brujería no lo es. Gerald B. Gardner, fundador de la Wicca, fue miembro de la orden hermética de la Golden Dawn, estuvo muy influenciado por el ocultismo de Aleister Crowley y desde luego, por la Masonería, sistemas todos basados en dogmas y rituales de la Alta Magia, no de brujería. La Wicca, por tanto, bebe directamente de la Magia de Enoch o Magia enoquiana, donde cada arcángel está identificado con los 4 elementos y los 4 puntos cardinales con los que sus practicantes forman un círculo de poder. La magia enoquiana consagra los cuatro elementos de la forma que todo el mundo conoce:


Norte = Tierra

Sur = Fuego

Este = Aire

Oeste = Agua


Pero este sistema no tiene nada que ver con la brujería tradicional y con otras tradiciones paganas europeas. Porque recordemos, como ya hemos explicado en otras ocasiones, que la brujería tradicional proviene de grupos reducidos de personas, personas o familias dedicadas al Arte durante generaciones y que lo llevan haciendo además desde hace siglos. En la brujería tradicional, y desde luego la brujería del cerco entra dentro de la misma, colocamos los elementos como sigue:

Norte = Aire

Sur = Tierra

Este = Fuego

Oeste = Agua



Para explicar por qué razón colocamos así los elementos, hemos de visualizar el mapa de Europa, que es la cuna del propio Arte. Unas tierras donde las personas que se dedicaban a la práctica del Oficio estaban en íntimo contacto y vivían observando la naturaleza porque su supervivencia dependía de ello… unos tiempos donde el conocimiento se transmitía con el boca a boca desde un lugar donde todo era asimilado, no aprendido. Es lógico que situaran al Norte el elemento Aire.

Porque desde el Norte soplaban los grandes vientos, vientos gélidos que les incoaban a buscar refugio y, desde luego, a almacenar el suficiente alimento para aquellos días en los que los vientos soplaban y aullaban con fuerza. Pero al Sur… Al sur se encontraban las tierras cálidas y, por lo tanto, fértiles, abundantes, exuberantes… tierras verdes de enorme riqueza. La Dama se vestía de verde y brillaba en todo su esplendor. Es lógico que situaran al sur el elemento Tierra.

Por el Este, no solo en Europa sino en todo el planeta, sale el sol cada mañana. El primer atisbo de luz, de fuego y de calidez del día es gracias a los primeros rayos del sol que surgen por el Este cada amanecer. En un mundo frío como los siglos pasados, la importancia del sol era mayor que la que ahora le otorgamos. Lógico también que situaran el Fuego en el Este.

En la vieja Europa, hace ya muchos siglos, los viajeros y sobre todo los peregrinos que hacían el Camino de Santiago se hacían lenguas con todas las leyendas que rodeaban la extraordinaria, por desconocida, existencia del Mar Tenebroso, las grandes aguas que se encontraban al Oeste, más allá del Finisterre: algunos decían que el agua, allá donde se pierde la vista, caía por un abismo vertical donde se decía, acababa el mundo.

Como todo en la brujería, el conocimiento surge de la observación y crece y se hace en el quehacer cotidiano.

miércoles, 3 de abril de 2013

¿Qué hacemos los Brujos?



Si bien un brujo nunca puede contar qué es lo que hace de puertas para adentro, no se hace por capricho sino que esta decisión se basa en el conocimiento de las energías por parte del brujo. La energía, sobre todo la energía aplicada a un hechizo, puede ser afectada o influenciada por otras energías. Por esta razón, actuamos solos y sin que nadie mire. Si tuviésemos cualquier testigo, éste, involuntariamente, acabaría afectando el resultado. Por esa razón tampoco contamos lo que hacemos y cómo lo hacemos. Cada maestrillo tiene su librillo y por eso, cada uno de nosotros, estudiamos y practicamos para encontrar nuestra propia y genuina forma de hacer las cosas.

La Brujería del Cerco es esencialmente práctica. El aprendizaje basado sobre todo en la práctica nos ayuda a enfocarnos mejor en lo que hacemos y obtener mejores resultados. Antes de introducirnos en la naturaleza de las energías ahora que ya sabemos de lo importante que son los Cuatro Elementos, veremos detenidamente cuáles son las actividades principales de los brujos, nuestros hechizos y otros trabajos:

  • Proteger y salvaguardarse a uno mismo, a los seres queridos, a nuestras casas y propiedades.

  • La búsqueda del crecimiento personal.

  • La protección del territorio.

  • La sanación de otros y de ti mismo.

  • Conseguir nuestras propias metas y logros.

  • Eliminar barreras e impedimentos para conseguir, precisamente, esos logros.

  • Crear oportunidades y abrir caminos donde antes sólo había obstáculos.

  • Eliminar energías negativas, mal de ojo, magia negra, envidias, etc. Si bien esto podríamos considerarlo como parte del primer punto: la protección y defensa de los nuestros.

Casi todo lo que hacemos gira entorno a estos objetivos. Recordemos que la Magia surge de la necesidad.



lunes, 18 de marzo de 2013

El Secreto Quinto Elemento I



Vivimos en un mundo donde se nos ha inculcado, desde que somos pequeños, que la vida es poco menos que una biología que funciona con la precisión de un reloj hasta que deja de hacerlo. Nos muestran el universo separándonos de él, diciéndonos he ahí el sol y allí la luna, aquí hay un árbol y eso es un río. Sin más. De esta manera nos hacemos mayores creyendo que todo es un mero escenario de cosas, objetos sin más que están ahí a nuestra disposición. Que nosotros, los seres humanos, tenemos todo el derecho del mundo a utilizar esos “objetos” o cosas.

Los brujos no vemos el mundo así, ni mucho menos. En algún momento accedimos a un conocimiento secreto que nos explicaba que todo, absolutamente todo lo que existe en el universo, está dotado de Espíritu y es ese espíritu el que nos hace diferentes y únicos con respecto a todo lo demás.

Los Antiguos adoraban al sol, y al río, a los lagos, a los árboles, a las flores e incluso a las piedras. ¿Por qué lo hacían? ¿Eran seres primitivos que no tenían conocimiento alguno sobre cómo funcionaba el universo? ¿Acaso eran supersticiosos y pensaban que todo era un simple prodigio? Bien. Quien ahora nos inculca semejantes barbaridades lo hace con el fin de despojarnos de lo más sagrado que tiene el ser humano: el Espíritu. Un Espíritu al que si le despojamos del adoctrinamiento al que ha sido sometido durante años reconoce, en lo más profundo de su ser, que todo lo que vemos está dotado de un Espíritu y que todo tiene vida y conciencia. Y por eso el Sol es un dios, y como tal lo adoramos en brujería. Y lo bendecimos, y le hacemos ofrendas y hablamos con él. Y también con la lluvia, y con el viento y como no, con las piedras.


Los Antiguos no eran tontos. Tenían ese conocimiento secreto, lo aplicaban y les funcionaba. Por eso sabían convocar a la lluvia, alejar tormentas y sanar enfermos… Porque sabían y conocían que nuestro Espíritu se comunica con los demás seres. Porque todo es conciencia en distintos grados de evolución.

Por eso, en Brujería, tenemos en cuenta antes que nada, la importancia del secreto Quinto Elemento para realizar nuestros hechizos y celebrar nuestros ritos. Es el Espíritu, trabajado y equilibrado, quien convoca, llama y trabaja con los demás elementos. Es tarea principal de la Brujería forjar ese Espíritu, templarlo, hacerlo resistente y flexible a la vez. De ahí provienen el sagrado Oficio de la Herrería, el simbólico arte de trabajar y modelar el material más duro, pues quien no lo conoce, no podrá hacer Magia jamás. Quien lo conoce, se convierte en brujo. 

lunes, 11 de marzo de 2013

Los Cuatro Elementos de la Brujería



Conocer los Cuatro Elementos es fundamental para practicar el Arte pues sin ellos no es posible la Magia. Ésta sucede y se hace por la libre interacción de los cinco Elementos: Aire, Tierra, Fuego, Agua y Espíritu. Aunque en este post nos vamos a centrar en los cuatro elementos de la naturaleza. El espíritu lo dejamos para otra ocasión, pues es de gran importancia.

Toda la vida en la Tierra depende de estos cuatro elementos. Experimentamos el viento en el aire que respiramos. Puede ser una delicada brisa veraniega y un huracán enbravecido que destruye todo a su paso. La tierra es la arena, los minerales, las rocas, el suelo, el subsuelo… Aunque también puede ser un devastador terremoto que destruye la vida. El Agua son los océanos, los lagos, los ríos… Puede ser un mar en  calma pero también un poderoso maremoto. El Fuego es el calor y la luz. Es el agradable fuego que calienta nuestro hogar pero también es un terrible incendio que asola un bosque. Como podéis ver, los elementos no son buenos ni son malos, simplemente son. La Brujería tradicional no cree en que esa deidad a la que llaman Gaia y otros nombres sea todo bondad sino que comprende que esa Diosa puede dar la vida y también quitarla. No por eso deja de amarla. Nunca olvidéis la sombra, pues sin ella no podríamos trabajar.

Pero además de ser los Cuatro elementos fundamentales en los cuales se asienta la vida, en brujería simbolizan algo más. Así encontramos que el Aire simboliza nuestros pensamientos, el Agua nuestras emociones, el Fuego es la acción, el impulso creador y la Tierra es la manifestación de todo lo que pensamos y sentimos, todo lo físico, desde un trabajo a una relación, la creatividad, etc.

El quinto elemento, el Espíritu, es el que equilibra los otros cuatro elementos. Sin ese equilibrio, no es posible realizar Brujería. Puedes conseguir ciertos resultados pero el logro dejará mucho que desear. De ahí la importancia de dedicar un post aparte al elemento Espíritu. No olvidar que la Brujería es un fascinante camino espiritual de búsqueda interior que no acaba nunca.



El Compás circunscribe todos los elementos y limita el espacio sagrado donde realizar nuestro Arte. Es fundamental conocer las cualidades mágico-simbólicas de los cuatro elementos y su dirección correspondiente. Como orientación para nuestro Camino. Para ello os dejo un cuadro con ellas de una traducción realizada por mí de The call of the Horned Piper, de Nigel Jackson:

NORTE
Aire, color negro, la Estrella Polar, Frío, Sueño, Muerte, Verdad, Destino, Iniciación, Dama Herodias, el Viejo Espíritu, la Cacería Salvaje, la Cabalgata de las Hadas, Cabra, Búho, Perro negro, Cuervo, Vara, Piedras agujereadas, Cabeza.

SUR
Tierra, color Blanco, Amor, Calor, Vida, Abundancia, Fertilidad, Soberanía, Diosa de la Tierra y el Grano, la Dama o Reina de las Rosas, Yegua, Abeja, Pies, Genitales, Bastón de roble, Megalito.

ESTE
Fuego, color Rojo, Sol, Despertar, Luz, Juventud, Energía creativa, Carnero, el atareado Herrero, la Diosa Liebre, el Zorro, la Mano derecha, la Escoba de abedul, la espada, el arthame o cuchillo ritual.

OESTE
Agua, colores Gris y Verde, Luna, Niebla, Sonido, Sombra, Edad, Energía reflectante, las Damas del Lago, Cisne, Gato, Sapo, Mano izquierda, Caldero, Copa, Peine, Espejo, Manzana.