Cuando alguien escucha la palabra “bruja”, automáticamente viene a su cabeza la imagen estereotipada de una vieja mujer llena de verrugas, con capirote y lanzando maleficios contra las cosechas y el ganado mientras vuela por los aires en una escoba. Desde la publicación del Malleus Malleficarum (El Martillo de las Brujas) en 1.486, nuestra imagen quedó deteriorada para siempre.
Pero dejando aparte las barbaridades que se cometieron, de las que ya he hablado en alguna otra ocasión, una de las consecuencias más graves de esta publicación fue hacer creer que la brujería era algo reciente, moderno, algo que había surgido de la noche a la mañana solo con el fin de hacer daño a la comunidad, a las cosechas, al ganado y a todo aquello que entraba en la enferma imaginación de los inquisidores de turno, tergiversando así una práctica que nacería de la noche de los tiempos.
Pero los actos de la brujería no se remontan a hace 500 años. Hace unos años, la arqueóloga Sheila Coulson, de la Universidad de Oslo, hizo un impresionante descubrimiento en una zona montañosa dentro del desierto del Kalahari, en Botswana. Descubrió una cámara secreta dentro de un sistema de cuevas donde se llevaban a cabo rituales. Llegó a este descubrimiento por los significativos objetos hallados en el lugar así como los animales totémicos hacia los cuales había una clara veneración. Pero lo más alucinante de este descubrimiento es que esta arqueóloga ha podido demostrar que este yacimiento tiene 70.000 años, habiendo descubierto el ritual más antiguo conocido del Homo Sapiens.
Este descubrimiento sitúa a la famosa estatutilla de la Venus de Willendorf (datada entre 22.000 y 24.000 años), uno de los objetos que se creían más antiguos, en una época mucho más reciente de lo que pensábamos al lado de los 70.000 años del descubrimiento en el Kalahari.
La brujería no surgió, como quieren que creamos, hace 500 ó mil años a lo sumo. Surge en aquellos tiempos donde unas gentes vivieron sin contaminación de ningún tipo: ni ambiental, ni social ni espiritual. Unos hombres y mujeres que a través de la observación sin intermediarios de los elementos de la naturaleza aprendieron a controlarlos a través de medios mágicos para beneficio de la comunidad y del territorio.
El Chamanismo es un sistema de ver la vida. Es una forma de entender la existencia con un fuerte sustrato religioso ya que posee una serie de númenes o deidades a las que se invoca y se trabaja a través del rito. Es, además, una religión de carácter autóctono, muy arraigada a las costumbres de una determinada región pese a que todos los chamanismos del planeta coinciden en líneas esenciales.
La brujería es heredera de este conocimiento y de esta forma de hacer Magia.
Aquí os dejo el link al artículo sobre el descubrimiento de la doctora Sheila Coulson: http://www.apollon.uio.no/english/articles/2006/python-english.html