Ermita de Quintanilla de las Viñas
El fin de semana pasado hemos estado recorriendo algunos enclaves interesantes tratando de descubrir las huellas de antiguos cultos precristianos. Aquí os dejo la crónica de la visita que hicimos a un lugar muy interesante y especial...
Existen líneas energéticas
llamadas líneas o corrientes telúricas que recorren todo el planeta. Estas líneas
ya eran conocidas en la más remota antigüedad hasta el punto que las
principales edificaciones dedicadas a las religiones y a la espiritualidad
fueron construidas en esas zonas de alta actividad telúrica y enigmáticas
conexiones con energías cósmicas. Tal es el caso del Paralelo 42, al que cita
el escritor Juan García Atienza en su interesantísimo libro “Guía de la España
Mágica”.
Es la línea sobre la que, en cierto modo, se han creado los grandes
movimientos religiosos de la humanidad, desde el cristianismo - Roma está sobre
esa línea – hasta el taoísmo. Sobre el paralelo 42 se encuentran Armenia y el
monte Ararat. Sobre la misma línea están los montes Kuen Lun y el desierto de
Gobi, los montes sagrados de la Hélade y la zona donde los mongoles y los tibetanos
sitúan el Agartha. “Guía de la España Mágica”, Juan García Atienza.
Son muchos los lugares en España
donde en las proximidades del paralelo 42 existen lugares que tienen un
carácter sagrado y que están imbuidos de un halo y una magia especiales,
lugares donde existe un marcado simbolismo heterodoxo y mágico.
Uno de estos enclaves mágicos se
encuentra en la localidad de Quintanilla de las Viñas, en Burgos. Una ermita que las guías de viajes afirman que es visigótica pero que es anterior incluso a este tipo de construcciones y que se encuentra en un paraje perdido, como suelen estarlo este tipo
de parajes, aproximadamente a medio kilómetro del pueblo del mismo
nombre. En esta “iglesia” nos encontramos con una extraña decoración
que alberga en su exterior e interior que en absoluto recuerda a un culto
cristiano.
Si bien la arquitectura recuerda a la visigótica, encontramos una serie de símbolos que tienen a mi entender una
conexión muy clara con antiquísimos cultos agrícolas y paganos. Un culto
mistérico donde aparecen representados elementos paganos. Por ejemplo, en su interior
hay un arco de herradura ornamentado con motivos de vides y racimos de uvas. A un
lado del arco nos encontramos dos frisos, uno a cada lado, donde están
representados respectivamente, el Sol y la Luna. Podríamos estar ante el culto
a una antiquísima deidad mistérica a quien se le rendía un culto relacionado
con el tránsito del sol y la luna y el crecimiento de ciertas plantas, en este
caso la vid.
Representación del Sol
Entre el Sol y la Luna, vides, racimos de uvas y ocas
Representación de la Luna
Los cultos dionisíacos o báquicos
se extendieron por todo el Mediterráneo en la época precristiana y entre otras
cosas propiciaban el encuentro sagrado con el vino u otras sustancias que
provocaban estados alterados de conciencia y donde se celebraba el derecho a la
embriaguez y al desenfreno como forma sagrada de cambiar nuestra perspectiva y
por lo tanto, ampliar nuestra conciencia.
Si no lo sabéis, en los Misterios
de Eleusis, una localidad agrícola griega, se preparaba una bebida sagrada con
cebada y poleo, llamada Kykeon, que estaba realizada con cebada parasitada por
el hongo del cornezuelo. De este hongo se extrae amida de ácido lisérgico (LSA)
que es un precursor de la dietilamida del ácido lisérgico (LSD). Los iniciados,
preparados por una serie de ceremonias y ayunos que duraban días, ingerían este
compuesto y alcanzaban estados mentales elevados de profundo arraigo
intelectual y espiritual. Son numerosísimos los lugares donde se rinden estos cultos a misterios que tenían que ver con la activación de estados alterados de conciencia.
De esos interesantísimos cultos
eleusinos nos llega un mensaje interesante: los iniciados revelaban las
visiones de aquellas noches sagradas y decían haber encontrado un extraño fuego
que existía en la vida tras la muerte.
En el exterior vemos relieves que
vuelven a representar la vid y las ocas. Sin entrar en detalles, diremos que la
oca es un animal sagrado para el chamanismo, y por lo tanto, para la brujería. Es
complejísima toda la simbología asociada a este ave, ya entraremos en ello,
pero sí diremos que en el mundo germánico están asociadas a la Magna Mater y
son protectoras de los hogares.
En los relieves exteriores también vemos viñas, ocas, vides, etc.
El edificio apenas está decorado.
Tan solo algunos frisos y relieves con los motivos que ya he mencionado: ocas,
vides, racimos de uvas, panales de abejas y la representación del sol y de la
luna. Estos lugares apartados eran sitios de cultos antiquísimos muy celebrados
por la gente del pueblo. Eran formas de respetar y celebrar lo salvaje, lo
genuino pero sobre todo el vínculo sagrado que una vez, hace ya mucho tiempo,
existió entre el ser humano y la naturaleza. Y en cada uno de estos lugares
sagrados, llegaron los cristianos y robaron lo que no era suyo ofuscando los
símbolos primigenios, destruyéndolos y sustituyéndolos por los suyos: los del
terror y la absoluta desconexión con la naturaleza. Fueron ellos quienes cortaron esas conexiones.
La etimología de la palabra
griega daemonioum, demonio en castellano significa cortar, dividir. Si existiese una entidad llamada Demonio, ¿qué es más demoníaco que haber cortado la sagrada
conexión entre los hombres y los espíritus de la naturaleza? Como siempre, nada
es lo que parece y aquellos que afirman ser los representantes del bien y de
Dios en la Tierra, quizá sean todo lo contrario…
Esta ermita en Quintanilla de las
Viñas, ilustra lo que quiero decir. Aquí os dejo con dos imágenes donde vemos
claramente como el crucifijo colgado en la pared y la escultura del niño Jesús
son dos añadidos que poco o nada tienen que ver con el carácter esotérico de
este templo.
Pequeño crucifijo que no estaba originalmente en el templo
Escultura de un Niño Jesús. Se aprecia que no es
un elemento original del templo