Como ya dijimos, Hékate es una diosa subterránea, antiquísima, una diosa de la oscuridad, entendiendo oscuridad como la zona donde operamos los brujos buscando el Fuego de Astucia. Como siempre digo, para ver la luz hemos enfrentar nuestra sombra. Solo quien lo haga, podrá decir que la ha encontrado. Así que hemos de diferenciar entre oscuridad y tinieblas, siendo ésta últimas donde habitan aquellos seres y entidades que trabajan para el lado oscuro.
Como ya explicamos, Hékate es un númen liminar, es decir, de frontera. Lugares donde se produce un cambio de algo a otra cosa, de un lugar hacia otro lugar. Justo ese espacio entre mundos es el reino de Hékate. Primigenia fuerza que acompaña a los muertos cruzando el umbral, que prevalece en las lindes del bosque acompañando al valiente que se adentra en un bosque de noche así como al que piensa hacerlo. Es la antorcha que lleva en la mano la que ilumina nuestro camino en la oscuridad.
Ya en tiempos de Roma fue vinculada a las encrucijadas o cruces de caminos, lugares vinculados con la magia. Se creía que Hékate y su jauría de perros aparecían estos espacios apartados que para los viajeros eran lugares peligrosos y espectrales. No olvidemos las numerosas leyendas asociadas a la actividad que sucede en los bosques de noche, y no me refiero precisamente a la actividad animal. Si hacemos memoria encontraremos espectros, Fae, brujas que habitan en lo más intrínseco de los mismos, luminarias, Santas Compañas y huestes varias. Era la noche un ámbito peligroso y los cruces de caminos los lugares por donde cruzaban aquellos seres mágicos y fuera del común.
Altar a los dioses lares de Pompeya
Los romanos celebraban las Fiestas Compitales, de la palabra latina compitum, encrucijada. Estas fiestas eran celebradas poco antes de la Saturnalia, que es lo que ahora en occidente conocemos como Navidad. Si os fijáis bien, se celebraban a finales del año, cuando la Mitad Oscura reina sobre la Tierra. Un momento donde Hécate nos indica, prodigiosamente, cuáles son los caminos a seguir en mitad de esa oscuridad.
Para unos tiempos en que no existía la luz eléctrica, la noche se convertía en un ámbito completamente diferente al del día, desconocido y misterioso. Un ámbito donde esas fuerzas o númenes misteriosos campaban a sus anchas. Por esta razón, los romanos pintaban o construían unos pequeños altares en las encrucijadas, lugares que era considerados que eran un límite entre el “orden” urbano y la anarquía del bosque para solicitar protección y guía. Era muy común que dejaran pasteles hechos de miel, imágenes, muñecos hechos en lana… Era bien conocido por ellos que Hécate y otros númenes misteriosos favorecen y acompañan al ser humano en su relación con los mundos invisibles. Son fuerzas protectoras aunque también las hay destructivas. En ese planeta todo está marcado con una fuerte polaridad: noche-día, luz-oscuridad, frío-calor, etc.
Se acerca el otoño y Hécate ya está despertando del letargo estival. Suele llegar a nuestras vidas en esta época del año, momentos que propician la búsqueda interior, siempre iluminada por los destellos de los tonos otoñales. Cuando no sepas que camino tomar, cuando te encuentres en un momento oscuro, solitario, cuando te sientas temeroso, cuando necesites defenderte de algo o de alguien y, sobre todo vencerlo, trabaja con ella. Es el rostro de anciana que remueve el caldero haciendo que salgan a la luz aquellos misterios que nunca quisimos ver y escuchar, alumbrando con su antorcha el camino que has de seguir y ahuyentando con sus perros negros aquello que desea perturbarte. Su visión produce paz, a los que no son brujos, terror.
Recordemos siempre y no perdamos de vista que la brujería es un camino que transcurre por la oscuridad y que esa oscuridad no ha de confundirse con las tinieblas, lugar en el que habitan los seres de más baja vibración. Es Oscuridad como símbolo de Sabiduría, Poder y Astucia. El camino que forja el espíritu.
Cuando trabajamos con Hécate lo hacemos usando llaves que simbolizan la apertura o el cierre de nuestro trabajo. Cuando terminamos un trabajo realizado con la ayuda de Hécate acudiremos a un cruce de caminos para enterrar los restos del encantamiento. Algunas personas dejan tres monedas enterradas en pago a la ayuda recibida. En el próximo post explicaremos cómo trabajar con Hécate y daremos una invocación para trabajar con una de los númenes más importantes de la Brujería.