La
muerte es el comienzo de una nueva vida, una forma de ser. Es un tránsito hacia
otras realidades a las que ninguna de las religiones existentes en la Tierra
alcanza a poner nombre ni a describir certeramente. Por la experiencia de
muchos años de estudios, mis viajes al otro lado del cerco, infinidad de
lecturas y de no poca investigación de campo en el ámbito de lo paranormal,
llego a la conclusión, entre otras cosas, de que la vida en el más allá es muy
compleja porque en ella se suceden muchas etapas, muchos mundos o dimensiones
por las que el alma o espíritu ha de pasar.
Parece ser que sí se produce esa
revisión de la vida junto a un Ser luminoso que te ayudaría a comprender todo
lo realizado en base a unos parámetros que se me escapan si bien intuyo que lo
más importante debe ser el interés en la propia evolución de uno mismo y en el
afán de conocimiento, algo que por lo visto, en esas dimensiones elevadas es de
una importancia vital. Entiendo también que la envidia es una forma de
involución que arrastra a muchas gentes a dimensiones muy bajas, algo que se ha
venido en denominar "dimensiones infernales", porque estas personas
perderían su camino al perder la referencia de ellos mismos y enfocarse en
vivir vidas ajenas. Todos somos diferentes pues nacemos con capacidades y
características únicas y nuestra experiencia vital ha de ser necesariamente
diferente. Digo esto porque muchos fallecidos transmiten mensajes con respecto
a esta cuestión. Asimismo, en esa revisión de la vida se da mucha importancia a
las pequeñas cosas, aquellas que son esenciales y no esos asuntos del ego a los
que tan aficionados somos a darles tanta importancia.
Muchos se marchan de aquí, siguen
su camino hacia otras etapas evolutivas. El Cielo, como tal, no existe. Son
otros mundos y existen tantos como personas o seres vivos existen. Es un
universo multidimensional. Quizá en una etapa muy elevada exista un encuentro
con esa Fuente creadora universal al que muchas religiones llaman Dios, pero
desconozco si se producirá.
Pero otros muertos no se marchan.
Se quedan aquí, en una dimensión intermedia entre esta vida terrenal y otras,
una zona en la que los médiums y otros expertos han denominado
"interfase", una especie de realidad virtual en la que los fallecidos
siguen desarrollando las tareas que hacían en vida y mantienen su misma
personalidad, sus mismos miedos, sus sueños y en definitiva, su forma de ser. Pero
es una zona de frontera. Una zona donde algunos espíritus residen y otros han
de atravesarla para llegar hasta aquí y otros, desde aquí, cruzarla para llegar
al otro lado. Y aquí entramos dentro del asunto que nos ocupa y es el por qué
regresan los muertos y por qué en los antiguos conocimientos paganos aparece
reflejado, de forma machacona, la querencia de los fallecidos a regresar del
mundo en el que viven y penetrar en el nuestro. Es evidente que lo hacen y uno
de esos conocimientos tan antiguos es la presencia de la Cacería Salvaje o la
Tropa de Odín en las noches del otoño más avanzado y del invierno. En este post hablamos un poco el año pasado sobre ello. Este es un conocimiento
ancestral para la brujería tradicional.
Es en la época más oscura del año
cuando el fenómeno se manifiesta. Suele suceder en lugares apartados y aunque
la Cacería Salvaje tiene abundante folklore asociado por toda Europa, también
se da en España. Es una tropa fantasmal que recorre el cielo en medio de una
gran algarabía, un estruendo de batalla, a veces instrumentos musicales,
ladridos de perros, relinchar de caballos y voces humanas que parecen
confundirse con el trueno si bien el fenómeno se ha dado innumerables veces en
noches en los que no se había desatado ninguna tempestad.
Previo a su aparición sucede un
silencio pesado, denso. En ese momento parece que la naturaleza deja de
respirar pues todo se detiene. No se escucha al viento mover las ramas de los
árboles ni las hojas, ni los pasos de los animales, los crujidos del suelo, el
sinfín de ruidos que se dan en el campo. Los característicos ruidos de la noche
cesan… El silencio es tan llamativo que parece ser que te pone en estado de
alerta, pues es el silencio que precede, y nunca mejor dicho, a la tormenta.
Suele ocurrir con los fenómenos paranormales, sean estos del tipo que sean.
Siempre vienen precedidos de un silencio fuera de lo normal. El antropólogo
José Luis Cardero afirma que es como si se abriese una grieta a otra realidad, una
toma de contacto entre nuestra dimensión y la otra.
Una vez cesa el silencio, aparece
la hueste de Odín. Es un fenómeno visual y sonoro: se escucha un estruendo,
como si un ejército estuviese enfrentándose en el aire. Estos fantasmas corren
por el aire sobre diversas cabalgaduras y son guiados por algún tipo de ser
sobrenatural según las descripciones de los testigos. En Escandinavia dicen que
es Odín quien los guía, en Italia la conductora del fantasmal ejército es
Herodias (estregonería), en otras zonas es Hécate y en todo el ámbito germánico
en ocasiones se dice que es la Dama Holda o en las zonas de los Alpes (Austria
y Suiza, también sur de Alemania) se trata de Perchta. Seres que recorren el
cielo y parece ser que vienen a hacerse ver o a hacerse notar, como dijo Carl
Gustav Jung, por los vivos. Si os fijáis, son todos seres estrechamente
vinculados con la Magia. Seres mágicos conduciendo ejércitos de muertos, al
igual que los chamanes, que entre sus muchas labores está la de conducir las
almas de los muertos al Otro Lado.
Se da la circunstancia de que la
representación de la Caza Salvaje se ha encontrado en diversos petroglifos
gallegos por lo que estamos ante un evento que se remonta al Paleolítico, algo
que siempre ha estado aquí, entre nosotros. Estos fenómenos podrían estar
asociados a lo que se conoce como el segundo paso crepuscular del sol, ritos
asociados al momento del descenso del sol, tiempo después del mediodía, hasta
que éste se oculta en el ocaso. De nuevo nos encontramos con un espacio liminal
o de frontera y aquí surge la Tropa Salvaje, guiada por un ser psicompompo, es
decir, que conduce a las almas al Otro Mundo.
Muchos muertos vuelven por muy
diversas razones, tantas como la vida misma. Venganzas, apegos a las
propiedades, a las personas, sentidos del deber, dar una información o mensaje
de importancia a alguien vivo, señalar donde dejaron un dinero o un tesoro,
secretos inconfesables, desconocimiento del estado en el que están…
Nuestra tradición bruja así como
el chamanismo que se da en todas las culturas de la tierra considera que la
muerte no existe sino que es un cambio, una transmutación hacia otro estado de
ser. En esos mundos habitan todos estos seres, personas que un día estuvieron
aquí. Si se nos señala con tanta insistencia esos tránsitos y esos movimientos
nocturnos es por algo pues nada obedece a la casualidad. La presencia de estos
seres en el cielo, guiados siempre como hemos dicho, por un ser psicopompo, no
se manifestaría con la intención de aterrorizar sino de servir de testigo fiel
de esa trascendencia humana.