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martes, 8 de julio de 2014

Los Misteriosos Seres Encapuchados

Estatuilla greco-romana
Genius cucullatus

Son conocidos con su nombre latino, Genii Cucullati, plural de Genio Cucullato o “genio encapuchado”.

Por toda Gran Bretaña y la Galia francesa existen pequeñas piezas de altar en piedra donde están representadas unas figuras votivas talladas en la misma piedra y en ocasiones en bronce, de género masculino si bien no se puede asegurar, que llevan una capa y una capucha. En ocasiones se representa un ser encapuchado pero en muchas ocasiones, sobre todo en Inglaterra, aparecen de tres en tres siempre.

Si bien estas figuras se asemejan al dios greco-romano Telesforo, ayudante encapuchado de Asclepio, dios romano de la medicina, el genio cucullatus ha sido reconocido como un ser peculiar y propio de las culturas celtas.

Estos misteriosos seres encapuchados provienen de la tradición popular, espíritus menores conectados con la sabiduría popular, los ritos agrícolas y la sanación. Invocados y honrados siempre por las clases populares. Quizá porque las caperuzas y las capas a lo largo de la historia son utilizadas por espíritus, demonios o dioses lares, nunca por dioses mayores. Así que, se piensa que probablemente esos seres encapuchados que recorrían los caminos no transitados en la noche, eran seres a los que se les pedían favores de protección, cuidados de las cosechas y todas aquellas actividades cotidianas de la vida campesina.  



Aparecen en los Cuentos de hadas como enanos, gnomos o brownies. Quizá no sean lo mismo, pero se asemejan y, desde luego tienen mucho en común pues todo lo que nos ha llegado de ellos en el folklore nos habla de que eran deidades de la Madre Tierra y espíritus asociados al quehacer del hombre y a la actividad de las casas. En esencia espíritus guardianes. Esto entronca con las leyendas de brownies que vivían incluso en casas y mansiones como aseguran numerosos testimonios de gentes que llegaron a verlos y a convivir con ellos en unos tiempos que se han perdido en el tiempo y han sido enturbiados con la ofuscación del academicismo más radical.

Es muy famoso el caso de Loch Fyne, en Escocia. Dedicamos un post a esta bonita historia. John Brand, un anticuario inglés que se dedicó a recopilar las crónicas de su pueblo contaba: No hace demasiado tiempo, toda familia de cierta enjundia en estas islas estaba encantada por un espíritu al que llamaban Browny y que hacía distintos tipos de trabajos; Y esta fue la razón por la cual las familias para las que trabajaba le hacían ofrendas de los distintos productos que daba la tierra. Así, muchos, cuando el browny batía su leche o fabricaba su cerveza, echaban leche en el agujero de una piedra para que la pudiese beber. La llamaban La piedra del browny. Pero en los últimos veinte o treinta años apenas ya se le ha visto. En contadas ocasiones.

Según Ellis Davidson, académica inglesa y estudiosa del paganismo europeo, afirma en su libro Dioses y mitos en la Europa septentrional que “es evidente que el genius cucullatus es la imagen de un espíritu guardián conectado con el mundo natural, íntimamente ligado a granjas y fincas de labranza. Guardaban el ganado, ayudaban en los establos y asistían al granjero en las labores de la tierra y en la cosecha del cereal y eran cuidados por la gente como seres beneficiosos de la familia”.

Museo de León. España

Si bien el folklore está lleno de testimonios de encuentros con seres encapuchados, vestidos de negro y normalmente de elevada estatura, no creo que éste sea el caso. Estos casos se siguen produciendo pero considero que son otro tipo de seres, no benéficos. En la naturaleza existen espíritus y seres que no son beneficiosos para el hombre, dándose casos de ataques violentos.

Hace unos meses hablamos de los Espíritus del territorio. Aquellos espíritus ligados a la naturaleza que trabajaban íntimamente con nosotros en un tiempo que los podíamos ver y ellos a nosotros. Un tiempo en el que las conexiones sagradas seguían intactas. Aquella época en que las luces y los seres más extraños recorrían los bosques y los caminos. Antes de que la “ciencia”, por llamarla de alguna manera, los convirtiese en mito y las recopilaciones de cuentos y tradiciones orales en ángeles anodinos en el mejor de los casos y en el peor, ángeles, seres de dudoso proceder.

Spirit in a Hood, espíritu con capucha… No sabemos bien quiénes eran esos encapuchados. Pero sí sabemos que eran esos espíritus que guardan cualquier territorio y que siempre estuvieron allí, aunque nosotros hayamos construido e invadido sus territorios con nuestras ciudades. Creer en ellos es la llave para verlos. La realidad es mágica pero depende de uno verla así o no.


jueves, 29 de noviembre de 2012

El té se toma a las cinco, señoras



Aquella tarde, a las cinco en punto, nos habían convocado a tomar el té en el asilo de Norfolk. Aquella tarde marcaría un hito pues fue la primera vez que la comunidad había invitado a todas las brujas del condado a tomar el té, bueno... en realidad éramos solo ocho. Desde la caza de brujas no habíamos levantado cabeza, fue demasiado para nosotras. Y este era el paso hacia adelante de unas gentes que nos aborrecían en público pero que, luego, a espaldas del poder eclesiástico, buscaban nuestra ayuda.


Allí, tomando el té, reconocimos a un montón de mujeres que en noches sin luna habían cruzado el pueblo protegidas por la oscuridad, salido de la seguridad de sus casas y caminado hacia las lindes del bosque, donde solemos vivir. Porque nosotras vivimos justo entre dos mundos, el visible y el invisible. Y lo hacían para bajar las fiebres de sus hijos, para pedirnos protección ante conjuros y envidias, para limpiar a sus familias de influjos negativos, para buscar remedios contra los dolores y para que las hadas y demás espíritus de la naturaleza hiciesen prosperar sus cosechas.. Pero a la luz del día, fingían no conocernos.

Creo que hoy sí. Hoy es un gran paso. La comunidad nos reconoce y nos invita a un acto social. Aunque bastante poco nos importa a nosotras esto, pero somos mujeres de paz y estamos encantadas de saborear este rico té y de cotillear un poco sobre las brujas de otros condados. Por cierto, que me han dicho que Fulguria, una de las brujas del condado de Suffolk, se ha liado con el brujo Tröm, ese que vive dentro del bosque y que en las noches de Luna Nueva puedes ver salir chispas de colores de su chimenea.

_¿Ah sí?_

_Sí, lo que te cuento.

_Échame un poquito más de té. Y sigue, anda... ¿No decían que Fulguria se llama así porque también sabe fabricar chispas del color del Arcoiris?


lunes, 5 de noviembre de 2012

Un cuento pagano: Herne, el Cazador



Se cuenta, se dice, se habla que el bosque del castillo de Windsor está encantado. Que un fantasma con cabeza de ciervo es visto en las heladas y oscuras horas de la madrugada y poco antes del amanecer, cuando las brumas del otoño incitan al bosque a dormir.

Algunos creen estar viendo a un ciervo entre la espesura, pero al aproximarse, descubren con espanto que es un fantasma con máscara de ciervo y una gran osamenta que agita la maleza a su paso. Aterrorizados, corren hasta la población más cercana para contar, a los no menos aterrados vecinos, su terrible visión y alimentar aún más la leyenda de Herne, el Cazador.

Herne el Cazador trabajó al servicio del rey Ricardo II en la Inglaterra del siglo XIV. Un hombre amable que vivió en el Castillo de Windsor. Una noche salvó la vida del rey cuando este fue atacado por un gran ciervo blanco. Herne mató al ciervo pero resultó herido mortalmente al salvar la vida del rey. Pero entonces un gran mago le devolvió la salud haciendo uso de sus poderes mágicos, que consistieron, entre conjuros y mejunjes varios, en atar la osamenta del ciervo muerto sobre su cabeza. El pobre Herne tuvo que renunciar a la caza, que era para lo único que había nacido. Pero como amaba al bosque, solía salir a disfrutar de su silencio por la noche, cuando ya todo el mundo dormía y nadie le señalaba con el dedo para reírse de su nuevo aspecto.

Hasta que en un mal día, unos malvados y envidiosísimos cazadores, hartos de que Herne contase con el favor del rey después de su valerosa hazaña, difundieron el rumor de que sus correrías nocturnas por el bosque obedecían a que era un vil ladrón que se aprovechaba de la oscuridad para llevar a cabo sus tropelías. Y tanto insistieron en esos rumores que consiguieron su propósito. Y el desagradecidísimo e innoble rey le convirtió en proscrito. Al día siguiente, Herne fue encontrado ahorcado en un viejo roble. 
Las gentes de los pueblos cercanos al bosque de Windsor veían a Herne así:


Pero quizá su aspecto sea más parecido a esto, o al menos así me lo parece: 


La vibrante luz que despierta en otoño, ese sol que ya no pica pero que convierte todo lo que toca en un cálido olor de castañas y boniatos al horno, me ha recordado la bella alma de Herne, que cansada de tanta traición, decidió regresar en espíritu al salvaje reino del bosque. La luz del otoño es justo esta luz:



Dicen los duendes que Herne era en realidad Cernunnos, dios de los brujos, que jugó a convertirse en humano durante un tiempo en los legendarios bosques de Windsor. El dios de la caza y el dios de los bosques. El que guarda el equilibrio entre el cazador y su presa. El dios que en Samhain ha regresado a las Tierras del Eterno Verano. Es su presencia entre la niebla de los bosques más espesos la que anuncia que ya estamos en la Estación Oscura y que es la época de la Cabalgata Salvaje de la que os hablaré largo y tendido en este post. Pues es ahora justo tiempo de estadeas, santas compañas, güestias y estantiguas... ¿De dónde pensáis entonces que viene la famosa Cabalgata de los Reyes Magos? Sí, cuando se acerque el Solsticio de invierno os contaré muchas cosas que suceden en las fiestas navideñas y que nadie sabe de donde vienen. Ya sabéis que a los de siempre no les interesa que conozcáis la verdad.


La leyenda de Herne no es exactamente así. Yo la he echado un poquito de pimienta, un poco de aguardiante de cerezas, algunos arándanos de la última cosecha del Mabon y lo he mezclado todo en un caldero de palabras, castañas e hidromiel.