Hoy voy a hablar del concepto de
“destino” para los germánicos, una forma de entender el tiempo peculiar y a mi
modo de ver, enriquecedora. Espero hacerlo con claridad y simplicidad porque es
un tema complejo.
Para la mayoría de las personas destino
es tener que moverse en la vida de una determinada manera, ir a ciertos lugares
y conocer también a personas determinadas con ningún margen de libre albedrío o
voluntad de cambio posible. Incluso si pudiesen haber elegido otra cosa, se hace
lo que está determinado. Hay gente que
piensa que nuestro destino está escrito quizá porque las religiones monoteístas
se han encargado muy mucho de decirnos que hay un Dios Todopoderoso, el ojo que
todo lo ve, que decide todo lo que sucede y poco podemos hacer al respecto
porque ese Dios es algo lejanísimo y poderosísimo y siempre, todo lo que ocurre,
es su voluntad. Nosotros, seres minúsculos y “pecadores” ni siquiera podemos
tener la pretensión de ser los dueños de nuestro destino, esa remota
posibilidad. En general, se tiene una falsa idea sobre la propia libertad de decisión. Para los pueblos paganos de Germania, elegir libremente no es posible porque todo está ya determinado por la experiencia previa y única de cada cual.
Para ellos, nuestro futuro está determinado por el pasado. Nuestra educación previa,
nuestra cultura, experiencias, etc. nos han conformado, nos han dibujado de tal
manera que las personas somos como somos debido a las experiencias previas. Somos
el pasado porque nunca podrás tomar una decisión que no seas tú mismo porque si
tomas una decisión, cualquiera que ésta sea, estás influenciado por toda la
experiencia anterior. Leyendo esto podríamos pensar que para los pueblos
paganos de Germania estaríamos igualmente abocados a un destino fijo y
limitante. Pero no es así, es todo lo contrario. Para el paganismo germánico,
el tiempo existe en dos estados principales: presente y futuro/pasado que son
en esencia lo mismo. Si puedes cambiar el presente, y esto es lo más
importante, el pasado cambiará. Cambiar el presente no es nada sencillo. Es
dejar atrás el pasado, una forma de ser que sí estaba determinada por tu
educación, la sociedad en la que vives, la familia en la que naciste, las
etiquetas puestas por los demás y por las personas que influyeron en tu
personalidad desde niño… Es tarea muy ardua, pero se puede hacer. Y se hace con
voluntad y con conocimiento. Y es aquí donde nuestro Oficio tiene un gran peso.
En Brujería se llaman los
Trabajos del Herrero. La forja del alma es todo menos sencillo. Si vas por un
camino que te hace infeliz, que te impide avanzar como ser humano pero ante
todo como ser espiritual, entonces tienes que cambiar de rumbo. Es el momento
de transmutar todo aquello que te condiciona y cambiar el presente para que el
pasado cambie al momento y el futuro también. Es el momento de situarte en la
forja y de templar el metal. El carácter se educa en la tempestad y el talento
en la calma. El uso sabio del oro que resplandece al sol imprime carácter, el
cuarto creciente aviva el Fuego de Astucia y la sonrisa sabia del Viejo Nick se
insinúa entre los rojizos resplandores de la fragua…
Por eso, en el momento en que
hagas un acto que rompa esa línea de tiempo, el presente se convertirá en el
pasado y por lo tanto cambiará tu futuro y tu destino. El brujo y la bruja colocan
el hilo en la rueca y se disponen a tejer. La dinámica es siempre la misma:
enganchamos el hilo, damos a un pedal para accionar la rueca y comenzamos a
hilar y a generar, de una madeja de fibra, hilo nuevo para tejer. Siempre
podemos hilar el mismo hilo pero también podemos introducir un nuevo hilo o un
hilo de distinto color, grosor o textura.
La palabra anglosajona para
destino es Wyrd, en alemán Wurth. Probablemente su origen reside en
la palabra Urd, una de las
principales Nornas de la mitología nórdica junto a Verdandi y Skuld. Urd lleva
la connotación de destino y es la norna que hila los hilos en la rueca, lo que
ha ocurrido, para que sus hermanas lo hilvanen y tejan con él las formas de las
vidas de todos los seres. Ellas enseñan a quien quiera escuchar.
La Dama Holda es la patrona de
las tejedoras, una actividad con enormes connotaciones mágicas y vínculos al
otro mundo. Tejer fue siempre una actividad femenina y una artesanía con la
cual las mujeres ganaban dinero. Se cree que fue Holda quien enseñó a las
mujeres el arte de tejer mostrándoles como fabricar hilo de una madeja de lino.
Ella siempre inspira, enseña y recompensa a quien ha trabajado duro. ¿Cómo?
Tejiendo durante la noche para que cuando nos despertemos en la mañana veamos
la recompensa a nuestro duro esfuerzo. La Dama Holda nos ha ayudado a tejer. De
este simbolismo surgen tantos y tantos cuentos sobre doncellas apuradas porque
tenían que hilar toneladas de lana para un rey ávido de dinero y poder y
durante la noche, seres misteriosos aparecían ofreciéndose a tejer a cambio de
regalos, no siempre éticos.
Hay un cuento que nos da la clave para entender qué es el destino: en Kyffhäuser, una zona montañosa de Turingia,
unos niños vieron a la Frau Hulle tejiendo industriosamente y cuando ella los
vio, les regaló lino. Todos los niños tiraron el lino excepto una pequeña, que
se lo guardó, curiosa, en un bolsillo. Cuando llegaron a casa, los bolsillos de
la pequeña estaban llenos de oro.
Los misterios del hilado enlazan
con las mágicas y misteriosas noches del solsticio (The Twelve Nights) de
invierno, cuando Frau Holle prohibía a las mujeres tejer durante esas noches
por ser las noches del Desgobierno, cuando el orden de las cosas es revertido. Se
creía que tejer durante esas noches podía hacer que nuestra vida se torciese. Ya
hablaremos también de este tema aunque me gustaría, precisamente, dejarlo para la
Estación Oscura, inspiradora de este tipo de relatos.
Resulta obvio que aquella niña,
sabiamente, eligió ser dueña de su destino llevándose el lino (la materia
bruta) consigo en vez de despreciarlo por su aparente insignificancia. Supo ver
más allá. Percibió de forma inconsciente (la presencia de un niño en un cuento
nos sugiere siempre las tareas del inconsciente) las posibilidades de
transformación de ese hilo en bruto en algo mucho más enriquecedor. El oro
simboliza la riqueza que se encuentra en trazar el propio destino. El proceso
de la transmutación de la materia bruta en algo sutil, hermoso y consciente,
bello y puro en esencia.
maravillosa historia, maravilloso conocimiento, me gusta mucho la manera en la que relatas y enseñas con tus relatos, gracias, muchas gracias por enseñar lo que sabes
ResponderEliminarbuenísima lectura y conocimiento, saludos desde Monterrey, México.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo esta entrada, y me ha hecho esbozar una sonrisilla de complicidad inconsciente porque hace relativamente poco, he sentido la necesidad de reparar la antigua máquina de coser de mi madre donde aprendí a coser cuando era niña y que ha estado olvidada en un rincón muchísimos años. Creo que alguna relación veo con el tema que has tratado. Por cierto, no sabía que no podía coser en invierno, supongo que solo por las noches. Un abrazo y gracias por tus entradas.
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